jueves, 12 de mayo de 2016

¿A LA MIERDA TODO? MEJOR PENSAR ALTERNATIVAS ANTES DE DESMORONARSE

“Muerto el perro, se acabó la rabia.”
Refranero Popular


¿Alguna vez has estado tan hasta la madre que te han entrado ganas de cortar radicalmente con todo y con todos?
¿Has llegado a estar completamente harto, con unas ganas tremendas de mandarlo todo a la mierda?

De estos días que no aguantas más, te hierve la sangre, dices “¡hasta aquí hemos llegado!” y decides cortar por lo sano.
A mí me ha pasado. Bastantes veces. Que llega la gota que colma el vaso y mandas a algo – o a alguien – a chingar a su madre.
Y te quedas muy a gusto, más chingón que bonito, ¿eh? 

Aunque algunas veces me ha tocado penar después“igual no tenía que haber sido tan radical”.

Vamos a ver las ventajas e inconvenientes, y las alternativas posibles, de:


Mandarlo Todo a la Mierda

Mandarlo todo a la mierda es descalibrado.Es llevarte el péndulo al extremo, y ahí ya no es un péndulo, es una bola de demolición.
Es echarlo todo abajo. Borrón y cuenta nueva. Es quemar las naves como Hernán Cortés. Sin vuelta atrás.
Es la ausencia de alternativas. Es “como no sé adaptarme a esta situación, y sacar el mejor partido de ella, la reviento”.

Reventarlo todo es la Solución Obvia

 ¿Me permites que volvamos un momento a las matemáticas de la escuela?
Tienes una ecuación como 3X = 2Y . ¿Cómo resolverla? En matemáticas tienes la solución trivial: si X=0, e Y=0, da igual por cuánto multipliques, cero es cero.
Se le llama solución trivial porque es obviaNo hay que pensar mucho.
Pero no es la única solución. Tienes soluciones más allá de la trivial. Por ejemplo si X vale 2, Y vale 3, también se soluciona la ecuación. También se cumple para X=6,42 Y=9,63. En general para toda Y que sea 3/2 de X.
Pero la alternativa más obvia, más simple, más sencilla que resuelve la ecuación es la solución trivial. Anulas los factores, se resuelve la ecuación.
Obviamente si cortas con tu novio/a, se terminaron las discusiones de pareja.
Obviamente si te despides de tu trabajo, se terminó el trabajar en algo que no te gusta, las broncas con tus jefes y los incordios con tus compañeros.
Obviamente, si piensas que ahora mismo tu vida es una mierda, te parecerá una buena idea cortar con todo y con todos, empezar desde cero, resetear el sistema.
puede funcionar.
Pero quizás la alternativa más obvia no sea la mejor de las alternativas. Quizás no sea la que te acerca más a tus objetivos.
Tienes alternativas. La solución trivial no es la única solución.
Quizás tu relación de pareja podría mejorar, por ejemplo, qué actitudes tuyas contribuyen a las discusiones y a los roces. Cómo estás tú contribuyendo al bucle de fricción.
Quizás tu felicidad en el trabajo podría mejorar por ejemplo no prestando atención a aquellas cosas que te irritan pero no afectan directamente a tu trabajo. O quizás puedas hablar con tu jefe para intentar realizar tareas que se adecúen más a aquello que te gusta a ti hacer.
O en general cuando una situación te irrita quizás puedas dejar de quejarte y buscar excusas, y dejar de interpretar que la situación en la que estás es desagradable. Frases como “esto es una mierda” o“este culero es una mierda” son interpretaciones de las situaciones que te rodean, mientras más las repites más te las crees, y te impiden ser feliz.
Cada problema es un mundo, y para solucionarlo puedes tener un montón de alternativas.
Mientras más amplia sea tu visión del problema, más alternativas serás capaz de ver.
Por el contrario, una persona con una visión de un problema cerrada o monolítica, posiblemente sólo pueda ver unas pocas soluciones. Quizás sólo una.
En este caso, la solución trivial, mandarlo todo a la mierda, cobra una relevancia especial. Cuando te va mal con tu pareja, la gente que normalmente no conoce todos los detalles de tu relación, ¿qué solución te suele aportar? La trivial: corta con tu pareja y te quitas de historias.
Una gran parte de la capacidad de resolver problemas es ser capaz de encontrar soluciones alternativas. El pensamiento creativo o, como dicen los americanos, “pensar fuera de la caja”.
Y otra gran parte es la experiencia o el conocimiento del medio. Mientras más experiencia tienes en un tipo de situaciones, más alternativas eres capaz de ver. Mientras más calibrada tienes una situación, menos necesidad tienes de recurrir a la solución trivial. Tienes muchos más recursos en tu caja de herramientas.
Por ejemplo, si yo me arruino, es una desgracia. Para cualquier persona normal, arruinarse es una desgracia, no cabe duda. Sin embargo, hay emprendedores y empresarios que se han arruinado varias veces y han conseguido recuperarse otras tantas. Cuando eres capaz de recuperarte de la bancarrota, arruinarte está lejos de ser algo que deseas, por supuesto, pero tampoco supone el fin del mundo.
Cuando controlas de algo, y tienes un problema, no estás obligado a mandarlo todo a la mierda.

¿Cúando es útil mandarlo todo a la mierda?

Pues básicamente cuando no te quedan más alternativas, o cuando es la mejor alternativa de todas las que tienes.
En mi caso, opino que es muy útil cortar de raiz aquellas situaciones que me provocan una poderosa reacción emocional.
Un ejemplo: una persona tiene un problema con el alcohol. Si se toma aunque sea una copa, su cuerpo y su mente le piden más, y no se puede tomar dos o tres y parar, ya caen cinco, seis o las que aguante.
Esa primera copa le provoca una reacción emocional que le hace perder el control. Si es así, entonces quizás sea apropiado mandar a la mierda al alcohol.
De la misma forma, mucha gente ha conseguido dejar el tabaco de un tirón. En lugar de dejarlo poco a poco, un buen día mandaron a la mierda al tabaco, lo exterminaron directamente de sus vidas. ¡Fuera!
Cuando un juego está amañado. Cuando estás dentro de un sistema en el que, hagas lo que hagas, sabes que tienes todas las de perder, también es una alternativa interesante el mandarlo a la mierda.
Si en la partida de poker están todos haciendo trampas contra ti, levantarte e irte es una opción perfectamente válida (la patada a la mesa es opcional).
En el maltrato en las parejas (tanto físico como psicológico) también se recomienda la solución nuclear: la primera vez que la otra persona te intenta poner la mano encima, o te intenta hacer sentir mal mediante la manipulación, ¡a chingar a su madre!
Porque esto crea una dependencia que se va reforzando cada vez más. Cuando alguien permite que otra persona le desmerezca, se va forjando una relación de codependencia, la propia autoestima va dependiendo cada vez más de la relación con la otra persona, entrando en un círculo vicioso.
Una forma de salir es desarrollando una Autoestima Incondicional. Y también, a esa persona que quiere tener el poder de hacernos sentir bien o mal, le podemos mandar a la mierda tranquilamente.
En todo lo que te provoca una reacción emocional fuerte, lo ideal es intentar encontrar la herida y sanarla.
Para que esa situación deje de provocarte una reacción emocional.
Para que te puedas tomar una copita porque te apetece, sin necesidad de que vengan veinte detrás. Para que no te duela que una persona del sexo opuesto te rechace. Para ver venir a la gente manipuladora y saber gestionarla sin que te invada la ira. Para poder detectar en una relación cuándo realmente has hecho algo mal, o cuando está la otra persona intentando manipular tu autoestima.
Para mí el sanar las heridas y gestionar las reacciones son los verdaderos cimientos del desarrollo personal. Y es algo que se puede trabajar con diversas técnicas de terapia, pero no es fácil de transmitir en un blog.
Así que en general, mi recomendación es que, si conoces qué tipos de situaciones te ponen en un estado emocional reactivo, las evites. Y que si hay determinadas cosas o personas que te llevan a esas situaciones, cortes con ellas de raíz. Las puedes mandar a la mierda tranquilamente.

Quemar las Naves

Otro factor importante es la Motivación a través de mandar las cosas a la mierda. Sí, esto es lo que se conoce habitualmente como Quemar las Naves, por Hernán Cortés que al llegar al nuevo mundo hundió sus naves para que sus hombres supieran que no había vuelta atrás.
Muchas veces a lo largo de mi vida muchas personas me han intentando convencer de quemar las naves en determinados proyectos.
Y yo siempre había pensado lo mismo: “no tiene el más mínimo sentido, ¡es totalmente absurdo!”
Quemar las naves es reducir voluntariamente tus alternativas.
Por ejemplo mandar a la mierda tu trabajo actual porque quieres darlo todo en tu nuevo proyecto empresarial.
Por ejemplo cortar la relación con tu familia y tus conocidos porque quieres reiniciar y comenzar completamente de cero.
No digo que en algún caso esto pueda ser útil, como en todo, en la calibración está la virtud.
Hay gente que ha obtenido muy buenos resultados lanzándose al vacío sin red. Y por supuesto, a los que les ha ido bien, lo recomiendan de todo corazón.
Pero a mí no me parece en absoluto una motivación sana.
Porque no te estás motivando porque de verdad te apasione lo que haces (que puede que sea así) ni porque creas que estás haciendo algo realmente importante (que también), sino porque no te queda otra.
Estás acorralado, arrinconado, no puedes ir hacia ninguna otra parte, sólo puedes ir hacia adelante.
Y sí, en ese caso lo vas a dar todo. Y sí, vas a dar el 200%, mucho mucho más de lo que darías si no hubieses destruido todas las demás alternativas. Aumentarás tus probabilidades de éxito…
¿Pero que pasa si no lo consigues? Imagina que lo has dado todo y más, pero estás en una situación en la que el resultado no depende de ti.
¿Entonces, qué?
La anécdota de Hernán Cortés queda fenomenal como ejemplo y en los cursos de motivación.  Pero no es tan bonito como lo pintan.
Para empezar no quemó las naves, las barrenó (les hizo agujeros y las volcó para hundirlas).
Para seguir, parece que la idea de Cortés no era impedir la marcha atrás de sus tropas en general, sino evitar la fuga de sus hombres que no apoyasen su rebelión frente al entonces gobernador de Cuba.
Pero aunque realmente hubiese sido una forma de dejar como única alternativa el seguir adelante y triunfar, lo realmente importante es: ¿se le ocurrió preguntar a sus soldados si esto les parecía buena idea? Por supuesto que no, la disciplina marcial no entiende de democracias.
Cortés, y otros militares antes que él que tuvieron similares ideas, utilizaron la quema de naves como técnica de manipulación para motivar a sus soldados.
A lo mejor al soldado no le hacía ni madres de gracia que le quemaran las naves y tener que verse abocado a triunfar o morir en el intento.
A lo mejor a ti también te interesa tener alternativas. Saltar al trapecio, pero con red. La dicotomía triunfar vs hundirte puede ser muy motivadora, pero también muy estresante.
¿Eres capaz de mantener una motivación sana y luchar al máximo por lo que quieres, porque lo quieres, porque disfrutas haciéndolo, porque consideras que el resultado vale la pena?
Entonces quizás no necesites quemar tus propias naves para intentarlo a tope.


Conclusiones

¿Qué podríamos sacar de todo esto?
Mi conclusión es que las soluciones radicales pueden funcionar: una solución radical sigue siendo una solución.
No siempre son necesarias: muchas veces tienes otras alternativas. La experiencia y la apertura de mente te pueden sugerir nuevos caminos.
Pero tampoco hay que descartarlas, porque en determinadas ocasiones te pueden resultar útiles.
Como siempre, en la calibración está la virtud.
(Me tome la libertad de adaptar a nuestro español mexicano) 

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