viernes, 27 de noviembre de 2015

NO TENGO TÍTULO PARA ESTO

NO TENGO TITULO PARA ESTO

Buen día, buena tarde u buena noche estimada/o lector/a. En esta ocasión quiero compartir un poco de mí, UN ENORME LOGRO que conseguí.

De antemano no sé que tan breve u extenso sea este escrito, lo que sí quiero es empezar preguntando:
– ¿Cuántas veces has minimizado tus logros obtenidos?, o de ser padre, ¿cuántas veces has minimizado los logros de tu hija/o?
Lo pregunto porque yo tuve casi una revelación con la experiencia que compartiré más adelante y comprendo que para algunos será una tontería, a otros no les importará el suceso y otros me escribirán que es un gran paso en mi vida; bien, volviendo a la pregunta, a veces te sentirás como te escribí u otras tomarás posturas similares como las anteriormente escritas para con tu hija/o. Pues bien, ahora al meollo del asunto.

Un servidor desde muy niño fue entrenado para la excelencia, dicho entrenamiento empezó con la comparación:
–Mira, tú puedes ser como el presidente de la República, ve la historia de Benito Juárez,  desde dónde comenzó, siendo un "indito". Tú tienes que ser alguien grande, alguien importante...
Las expectativas que me plantearon y que yo me creí eran muy altas, no se fijaron en mis aptitudes reales y con ello consiguieron que yo terminara viviendo en la perfección para con lo que hacía. Me hicieron leer libros complejos, de superación personal, me metieron a cursos de exploración de las artes, por el trabajo de mi padre yo tengo acceso a un club social y deportivo muy mentado en mi ciudad, me metieron el gusto por la lectura, la buena música, los protocolos sociales, la armonía en el vestir, en fin, dentro de mis posibilidades económicas yo tenía lo mejor.

Poco tiempo después por razones de salud de mi madre y debido a que mi familia siempre ha sido disfuncional, tuve que transformarme en independiente y autosuficiente, y con la vara tan alta que traía en mente y el entrenamiento previo de excelencia, no fue difícil adaptarme. Aprendí a cocinar, lavar trastos, mi ropa, coser a mano y en máquina de costura, administrar el dinero con el que contaba para subsistir, y demás cosas de un adulto, sin embargo, sólo era un niño.
Así crecí, con la perfección en mente y la infelicidad que esto causa de forma inconsciente. Desde la adolescencia no me permitía errores muy grandes, y aunque cometía locuras, estas no me causaron mayores problemas que no fueran unas cuantas amonestaciones. Ya como adulto, hasta en algo tan natural como lo es el sexo, era metódico. Ja ja ja ja ja, las que compartieron esa parte de mi vida, si se atreven a comentar, refutarán éso. ¡A ver, atrevanse! Ja ja ja ja ja.

Y vinieron los 20's y con ellos mi accidente. Con la vara tan alta de la comparación de la excelencia y el perfeccionismo que esto causa, y con las consecuencias de un estilo de vida así, que son: la vanidad, el orgullo, la autosuficiencia, la egolatría, entre otros, ¿qué creen que pasó? Me desmoroné, cual torre de Babel, caí. Verme sumergido en la dependencia física afectó la parte psicológica al por mayor. Verme de nuevo como un bebé porque en esos momentos no movía más que el maxilar fue atroz y en ese momento también fue así para lo que quedaba de mi familia.

Bueno, narrar todo lo que ha acontecido durante más de 10 años hasta hoy considero que sería cancino, basta con decir que ha sido un cúmulo de buenas, malas y peores experiencias. Mejor vayamos a lo que el día de ayer para un servidor fue como la iluminación misma.

Resulta que en una de tantas disputas con mi madre, por mi desesperación de verle hacer las cosas tan lento y por causa de lo que yo denomino "la taravisión", la reté. Se estarán preguntando, ¿qué estaría haciendo su madre de este desconsiderado y de que forma la retó?
Pues ella llevaba horas costurando a mano algo que yo necesitaba, pero aparte tenía que realizar otras actividades, y yo me llené de impotencia y desesperación porque no me gusta que se desvele pudiendo optimizar el tiempo en el día. Así que le dije que terminara eso y dejara de ver televisión, –hay prioridades, –le comenté–.
Para acortar el escrito, y sin tantos detalles, resumo que después de una disputa, llegamos al acuerdo que yo lo terminaría, pero de no poder hacerlo, ella ya no intervendría para nada.

Pues bien, ahí me tienen costurando con la boca, con una puntada horrible, PERO HACIÉNDOLO YO, sin dependencia. No se imaginan lo liberador que es intentar algo y terminarlo, como sea, pero realizarlo uno mismo. Yo siendo un cuadriparesico (con una lesión medular muy alta, en el cuello) que no mueve los dedos de las manos, pero volviendo a realizar una de las cosas que me gustan tanto y desde el accidente no realizaba, costurar, FUE UNA REALIZACIÓN...

Por eso mi pregunta inicial de este escrito. No minimices cualquier logro que tengas, por minúsculo que sea, mucho menos el de un hijo, NO SABES LO SATISFACTORIO Y ENGRANDECEDOR QUE PUEDE RESULTAR, ADEMÁS DE LA CONFIANZA Y SEGURIDAD QUE PUEDE OTORGAR ESA VICTORIA.
Ahora que soy Persona con Discapacidad, lo comprendo. Ahora que soy adulto, lo sé.

¡ARRIBA, ÁNIMO Y ADELANTE! siempre contigo, y enséñale a los pequeños que te rodean, no la excelencia, no la perfección, ENSÉÑALES A VIVIR. Que así sea minúscula o enorme la victoria, LO IMPORTANTE ES ESTAR SATISFECHO Y SER FÉLIZ.

Dios nos bendiga.

– "Pensando"; C. A. H. V –

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