sábado, 16 de enero de 2016

EL PODER DE LA ESTUPIDEZ

No resulta difícil comprender de qué manera el poder político, económico o burocrático aumenta el
potencial nocivo de una persona estúpida. Pero nos queda aún por explicar y entender qué es lo que básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; en otras palabras, en qué consiste el poder de la estupidez.

Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y funestos porque a las personas razonables les resulta difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Una persona inteligente puede entender la lógica de un malvado.

Las acciones de un malvado siguen un modelo de racionalidad: racionalidad perversa, si se quiere, pero al fin y al cabo racionalidad. El malvado quiere añadir un "más" a su cuenta. Puesto que no es suficientemente inteligente como para imaginar métodos con que obtener un "más" para sí, procurando también al mismo tiempo un "más"
para los demás, deberá obtener su "más" causando un "menos" a su prójimo. Desde luego, esto no es justo, pero es racional, y si uno es racional puede preverlo.
En definitiva, se pueden prever las acciones de un malvado, sus sucias maniobras y sus deplorables aspiraciones, y muchas veces se pueden preparar las oportunas defensas.

Con una persona estúpida todo esto es absolutamente imposible. Tal como está implícito en la Tercera Ley
Fundamental, una criatura estúpida los perseguirá sin razón, sin un plan preciso, en los momentos y lugares más impensables. No existe modo alguno racional de prever si, cuándo, cómo y por qué, una criatura estúpida llevará a cabo su ataque. Frente a un individuo estúpido, uno está completamente desarmado.

Puesto que las acciones de una persona estúpida no se ajustan a las reglas de la racionalidad, de ello se
deriva que:
a) generalmente el ataque nos coge por sorpresa;
b) incluso cuando se tiene conocimiento del ataque, no es posible organizar una defensa racional, porque el ataque, en sí mismo, carece de cualquier tipo de estructura racional.

El hecho de que la actividad y los movimientos de una criatura estúpida sean absolutamente erráticos e
irracionales, no sólo hace problemática la defensa, sino que hace extremadamente difícil cualquier contraataque -como intentar disparar sobre un objeto capaz de los más improbables e inimaginables movimientos-.

Esto es lo que tenían en la mente Dickens y Schiller al afirmar el uno que "con la estupidez y la buena digestión el hombre es capaz de hacer frente a muchas cosas", y el otro que "contra la estupidez hasta los mismos dioses luchan en vano".

Hay que tener en cuenta también otra circunstancia. La persona inteligente sabe que es inteligente. El
malvado es consciente de que es un malvado. El incauto está penosamente imbuido del sentido de su propia candidez. Al contrario que todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido. Esto contribuye poderosamente a dar mayor fuerza, incidencia y eficacia a su acción devastadora. El estúpido no está inhibido por aquel sentimiento que los anglosajones llaman self- consciusness.

Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin remordimientos y sin razón. Estúpidamente.
 
 

Carlo M. Cipolla
LAS LEYES FUNDAMENTALES
DE LA ESTUPIDEZ HUMANA

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